No hay nada más creado por la Naturaleza que el miedo. Igual que la evolución desde que no éramos casi nada nos modeló hasta lo que hoy vemos en un espejo, como peaje nos inoculó un sentimiento que ha anidado en alguna parte de nuestra cabeza y que, en función de lo que le dejemos, guía y dirige sentimientos, actitudes y comportamientos.
En ocasiones se erige, sin que haya mediado imposición alguna, como Rey de tu día, de tu vida incluso. Filtrando por su inmensa red tejida en tu cerebro tu presente y de ahí tu futuro. Sólo es débil con el pasado; porque ahí ya eres poseedor máximo de las experiencias, de las consecuencias, de lo pasado que pasado está para bien, mal o regular.
El miedo es el peor compañero de vida que puedas elegir. Pero no lo eliges. Ya es tuyo; desde que la razón toma tu cerebro, le prepara una cómoda habitación y lo lleva de la mano para que se ponga cómodo y disfrute desde posiciones privilegiadas de todo lo que haces, sientes o piensas. Y no es fácil bajarle la persiana para evitar que desde la atalaya de tu cabeza se ría enviándote angustias. El miedo es cabrón e irracional por naturaleza y adoptará mil camaleónicas poses para encantarte serpientes de nuevo y conseguir que lo saques a bailar.
Hoy tengo miedo. Supongo que ha conseguido abrir la ventana que mi tranquilidad diaria le cierra cada mañana y está paseando por mi cabeza acojonando al resto de pensamientos. Persiguiendo a la razón, poniéndole zancadillas al sentido común y alterando la circulación habitual que me mantiene de pie mirando al frente.
Mi miedo sale a decirte hola.
30.6.14
25.6.14
a un tercio de pleno pulmón
Sólo
las canciones que has cantado a pleno pulmón,
peleando con la nicotina que se ha ido almacenando hora tras hora,
baile tras baile, copa tras copa
tras
baile tras...
Sólo
las canciones que has cantado a pleno pulmón
en el medio de una calle que no es la tuya, olvidando, cómo
solo se olvida a las cinco de la mañana
que todas esas ventanitas que te rodean son de humanos
dormilones.
Sólo
las canciones que has cantado a pleno pulmón,
aunque en realidad es a un tercio porque el otro está
peleando por toser y el que queda se
ha ido en la canción
anterior.
Sólo
las canciones que has cantado a pleno pulmón
con un amigo a un lado, otro, tres pasos por delante mirando hacia ti
y dos o tres más,
detrás,
de amigos escoba
dispuestos
a recoger los restos.
Sólo
las canciones que has cantado a pleno pulmón
delante de nadie, con pajitas o vasos de tubo que salen del bar
escondidos bajo la chaqueta, haciendo de micros y con aplausos de
nadie.
Con
nadie que pida bises
Sólo
las canciones que has cantado a pleno pulmón
han hecho ya el viaje de los oídos
al corazón.
Y no se han perdido
como
hacen muchas
Sólo
las canciones que has cantado a pleno pulmón
han golpeado al estómago
cortando la respiración.
En
realidad no hay canciones que hayas cantado a pleno pulmón.
Hay
una canción.
23.6.14
ésta . O de la capacidad de los humanos para engañarnos a nosotros mismos
Si
ese barco de nubes blancas que hoy navegaba sobre un blanco mar
hecho de sus mismas blancas nubes existiese de verdad. Y pudiésemos
refugiarnos aquí
arriba de las tormentas que sufrís
por ahí
abajo. Y pudiésemos
quedarnos a vivir de crucero en crucero atracando en muelles hechos
de cirros, de cúmulos,
de estratos. Con la atmósfera
de cúpula
transparente y la única
amenaza de unos rayos UVA despistados a los que habría
que esquivar con sensuales movimientos ; que aprenderíais
en el breve cursillo que os darían
los ya iniciados a los que decidierais dar el salto y no caer de
nuevo en vuestro metro cuadrado de espacio vital, ahí
abajo en la Tierra
Si
todo eso pasara no habría
triunfado el anuncio de compresas que nos retó
a imaginar cómo
huelen las nubes. Porque viviríamos
en ellas y merendaríamos
pan con queso de untar sentados al lado de un Señor
con barba y túnica
blanca al que cariñosamente
llamaríamos
Dios. Pero cuando giró
la ruleta de la evolución,
a los humanos no nos tocaron las alas. Así
que de vivir en las nubes, nada. Lo
máximo
estar en ellas un ratito para obviar y olvidar lo duro que es este
suelo que nos tocó
pisar. En el que este fin de semana
a un servidor le tocó
disfrutar rodeado de amigos
periodistas y periodistas sin más.
Y de amigos.
Y
en un entorno tan proclive a comentarios llenos de verdad triunfó
como estrella de la noche el tan
manido: pero saldremos de ésta.
Sin situar a "ésta".
Sin necesidad de llamarle crisis, o estafa o recesión,
o frenada. Ni ná.
Ésta
se erigió
como la palabra clave. Pronunciada
con rabia, pena, agobio, cabreo. Como quien quiere gritar mierda pero
le sale ésta.
Y
nos conjuramos todos para salir de ésta.
Y
a la mañana
siguiente, en un corto pero productivo paseo con uno de mis
referentes periodísticos,
que no peina canas porque prefiere ponerlas al viento para que le
despeine la pura y dura realidad, me preguntó:
qué
tal anoche? Y yo le conté
como nos habíamos
recreado en la disección
de ésta
y en los lamentos que habíamos
tomado unos de otros mezclándolos
con los canapés.
Y
Antonio siguió
caminando. Y apuntó
como quien no quiere la cosa : Ya
hemos salido de ésta.
Ya
hemos salido de ésta.
Donde estamos es dónde
nos quisieron, quisimos o nos dejamos poner.
No
he parado de pensar en esas dos frases. Y en los que todavía
ven luz al final del túnel
; abre los ojos porque nos han cambiado las bombillas. Y no es cosa
de entornar los ojos esperando que vuelva un radiante sol que nos
ciegue de nuevo. Ésta
ya pasó.
Fue rápida,
dura y efectiva. La crisis es el peaje que hemos pagado para circular
por la autopista del lo veo, lo quiero. Ahora vives, vivo, vivimos en
un área
de servicio, viendo pasar una vida. Y aunque parezca extraño,
difícil
o hasta ilegal soy de los que creo que para seguir ruta hay que salir
de nuevo a la carretera. Aunque sea sin coche. Tus piernas son las
únicas
que no te llevarán
en dirección
contraria. Porque las mueves tú.
21.6.14
Sí quiero, pero no contigo.
Una boda en la que no te casas tú es el mayor ejercicio de funambulismo social al que te puedes enfrentar. Rodeado de amigos de verdad, de mentira y de absolutos desconocidos con los que no te habías cruzado en la vida es un cruel y esperanzador canto a la diversidad amorosa filtrado por la barra libre que acelera, según pasan las horas, todo tipo de comentarios hablados, pensados y en la punta de la lengua.
Casarte delante de un Dios, de un Juez, Alcalde o Amigo con fluidez de palabra te desnuda. Y envolvemos esa desnudez con trajes, corbatas y tacones que se saludan entre ellos, acostumbrados ya, más que los humanos que los llevamos ,a gozar de nuestro ritual de apareamiento social, de nuestra domesticación del amor, de nuestra obsesión por la riqueza y la pobreza, de nuestro miedo a la salud y a la enfermedad. Proclamando a los dos, tres o cuatro vientos que soplen ese día nuestra confianza en la muerte que nos separará.
Casarse, casarte es la cosa más bonita que hay. Si lo bonito o la bonita quiere. Si consigue así esconder al feo o la fea cosa que te dice que no. Que si quiere, pero no contigo.
20.6.14
y volver...
y volver, volver, volver. Pero no con la frente marchita. La cabeza alta es la única forma de no acabar mordiendo el polvo. Que todos sabemos lo feo que queda eso.
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