Si
ese barco de nubes blancas que hoy navegaba sobre un blanco mar
hecho de sus mismas blancas nubes existiese de verdad. Y pudiésemos
refugiarnos aquí
arriba de las tormentas que sufrís
por ahí
abajo. Y pudiésemos
quedarnos a vivir de crucero en crucero atracando en muelles hechos
de cirros, de cúmulos,
de estratos. Con la atmósfera
de cúpula
transparente y la única
amenaza de unos rayos UVA despistados a los que habría
que esquivar con sensuales movimientos ; que aprenderíais
en el breve cursillo que os darían
los ya iniciados a los que decidierais dar el salto y no caer de
nuevo en vuestro metro cuadrado de espacio vital, ahí
abajo en la Tierra
Si
todo eso pasara no habría
triunfado el anuncio de compresas que nos retó
a imaginar cómo
huelen las nubes. Porque viviríamos
en ellas y merendaríamos
pan con queso de untar sentados al lado de un Señor
con barba y túnica
blanca al que cariñosamente
llamaríamos
Dios. Pero cuando giró
la ruleta de la evolución,
a los humanos no nos tocaron las alas. Así
que de vivir en las nubes, nada. Lo
máximo
estar en ellas un ratito para obviar y olvidar lo duro que es este
suelo que nos tocó
pisar. En el que este fin de semana
a un servidor le tocó
disfrutar rodeado de amigos
periodistas y periodistas sin más.
Y de amigos.
Y
en un entorno tan proclive a comentarios llenos de verdad triunfó
como estrella de la noche el tan
manido: pero saldremos de ésta.
Sin situar a "ésta".
Sin necesidad de llamarle crisis, o estafa o recesión,
o frenada. Ni ná.
Ésta
se erigió
como la palabra clave. Pronunciada
con rabia, pena, agobio, cabreo. Como quien quiere gritar mierda pero
le sale ésta.
Y
nos conjuramos todos para salir de ésta.
Y
a la mañana
siguiente, en un corto pero productivo paseo con uno de mis
referentes periodísticos,
que no peina canas porque prefiere ponerlas al viento para que le
despeine la pura y dura realidad, me preguntó:
qué
tal anoche? Y yo le conté
como nos habíamos
recreado en la disección
de ésta
y en los lamentos que habíamos
tomado unos de otros mezclándolos
con los canapés.
Y
Antonio siguió
caminando. Y apuntó
como quien no quiere la cosa : Ya
hemos salido de ésta.
Ya
hemos salido de ésta.
Donde estamos es dónde
nos quisieron, quisimos o nos dejamos poner.
No
he parado de pensar en esas dos frases. Y en los que todavía
ven luz al final del túnel
; abre los ojos porque nos han cambiado las bombillas. Y no es cosa
de entornar los ojos esperando que vuelva un radiante sol que nos
ciegue de nuevo. Ésta
ya pasó.
Fue rápida,
dura y efectiva. La crisis es el peaje que hemos pagado para circular
por la autopista del lo veo, lo quiero. Ahora vives, vivo, vivimos en
un área
de servicio, viendo pasar una vida. Y aunque parezca extraño,
difícil
o hasta ilegal soy de los que creo que para seguir ruta hay que salir
de nuevo a la carretera. Aunque sea sin coche. Tus piernas son las
únicas
que no te llevarán
en dirección
contraria. Porque las mueves tú.
2 comentarios:
Muy buena reflexión. A veces me da la sensación de que nos escudamos en la crisis para no asumir riesgos al perseguir nuestros sueños...triste
"Ésta" o como la queramos llamar, se ha llevado muchos sueños e ilusiones por delante y eso es muy triste, pero todavía es más triste encerrarse en una burbuja y dejar pasar oportunidades que nos pueden abrir los ojos a un nuevo amanecer. A usar las piernas se ha dicho! ; )
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